No todos los días uno se encuentra con una joya escondida, especialmente en unas vacaciones de última hora. Lo que comenzó como un típico viaje familiar de cuatro días al Pirineo, se transformó en un descubrimiento inesperado: 1.500 kilómetros de caminos y senderos rescatados del olvido, entrelazando mapas antiguos de los años 50 con los actuales, gracias a un grupo de apasionados locales empeñados en preservar la memoria y la riqueza cultural de los pueblos.
Este paraíso, conocido como Zona Zero, no solo es un regalo para los amantes de la montaña, sino también un ejemplo de cómo la dedicación y el amor por la tierra pueden revivir comunidades que habían caído en el olvido. En determinadas épocas del año, estos pueblos casi deshabitados ven triplicada su población, gracias a la afluencia de ciclistas y senderistas atraídos por la belleza y la historia de la región. No es raro que, después de la primera visita, uno se quede con una sola pregunta en mente: «¿Cuándo volvemos?» Y, aún más, «¿Por qué no vine antes?».
Personalmente, siempre he sido un amante de la montaña; la playa, después de dos días, ya me tiene buscando el regreso a casa. Sin embargo, el Pirineo, con su majestuosa naturaleza y su arraigada historia, es un lugar que te envuelve y te invita a quedarte. Zona Zero es, sin duda, un ejemplo perfecto de esto.
El artífice detrás de este fenómeno es Ángel Chemiz, acompañado de un grupo de amigos y colaboradores voluntarios que comparten una visión clara: preservar y compartir estos caminos históricos. Cada ruta en Zona Zero ha sido cuidadosamente diseñada por personas que entienden la montaña y el deporte. Se empieza con suavidad, dejando que el terreno revele sus secretos poco a poco, con opciones para todos los niveles y tipos de bicicletas, incluso rutas para disfrutar en familia con niños.
Ángel es el tipo de persona que, cuando habla de su trabajo, te contagia su entusiasmo. Su pasión por lo que hace es palpable y, en una época en la que la autenticidad es un bien escaso, él representa un valioso activo. Para él, lo más importante es mantener el legado de estos caminos y transmitir su amor por ellos a las nuevas generaciones, más allá de si las rutas son más o menos deportivas, aunque también lo son.
Zona Zero no es solo un destino para ciclistas, sino un proyecto con un profundo significado. Actualmente, están desarrollando un centro de BTT junto a un divertido pumptrack, una muestra más de su compromiso con el deporte y la comunidad. Incluso han creado una cerveza tostada artesanal, cuya venta ayuda a financiar el proyecto. Por supuesto, no nos costó mucho esfuerzo colaborar en esta causa, brindando con esta deliciosa cerveza después de un día de aventuras.
En resumen, Zona Zero es un destino que, una vez descubierto, se convierte en un lugar al que siempre se desea regresar. Un paraíso en el Pirineo que no solo ofrece rutas espectaculares, sino también la oportunidad de formar parte de un proyecto que une la naturaleza, la historia y la comunidad. Si aún no lo tienes en tu lista de destinos, es hora de añadirlo y descubrir por ti mismo la magia de este lugar.